lundi 7 octobre 2013

LA HISTORIA SECRETA DEL CHICO LAGOS

Fue un secreto tan bien guardado, que en todos los homenajes rendidos en estos días al fallecido Luis Orlando Lagos Vásquez (familiares, prensa, colegas y amigos), nadie ha explicitado lahazaña realizada por este pequeño gigante de la fotografía chilena, que ha sido comparado con « clásicos mundiales» , como los reporteros gráficos que estuvieron en Iwo Jima, la caída de Berlín o la guerra de Irak. 
Texto de Camilo Taufic (publicado en el diario La Nación el domingo 4 de febrero del 2008)

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CAMILO TAUFIC KALAFATOVIC

El Chico Lagos retrató -con una cámara Leica- desde adentro el drama que se desencadenaría en La Moneda a primeras horas del 11-S-73. Registró así para la historia el últimore corrido de Salvador Allende por las dependencias de palacio, rodeado de GAP y carabineros, hasta ese momento leales, cuando ya los aviones golpistas sobre volaban el centro de Santiago, eligiendo el trayecto posterior de sus bombas contra la sede del Gobierno.

Después de cumplir su deber profesional, Orlando Lagos, fotógrafo oficial de La Moneda desde 1970-1,55 de estatura-, logró salir de allí junto con las hijas del PresidenteAllende, Beatriz e Isabel (la actual diputada), entre otros, en una breve tregua concedida por los militares, que avanzaban con tanques e infantería hacia todas las salidas.

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     LUIS ORLANDO LAGOS DIT « EL CHICO »  (LE PETIT) PHOTOGRAPHE DE LA PRÉSIDENCE

Llevaba oculto entre los pliegues más íntimos de su ropa el rollo con los negativos, -base de las imágenes que se harían célebres-, dejándolo a él en un anonimato que duró décadas, y que recién termina con esta crónica. Las fotos del Chico Lagos se publicaron tres semanas más tarde en Estados Unidos, y empezaron a dar vueltas, desde entonces, por el mundo, en miles y miles de copias sin atribución de autor. La mayoría de las veces como testimonio del último acto político de Salvador Allende, pero también como ejemplo de foto-reportaje en círculos profesionales y académicos.

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PHOTOGRAPHIES DU PRÉSIDENT ALLENDE, LORS DU « TANQUETAZO » DU 29 DE JUNIO DE 1973  ON N'A PAS PU ESTABLIR L’IDENTITÉ  DU SOUSOFICIER  DE L 'ARMÉE QUI L'ACCOMPAGNE
AUTOR DESCONOCIDO

« The New YorkTimes » , considerado por muchos el principal diario del orbe, compró en Santiago, a comienzos de octubre de 1973, por 12 mil dólares -por aquel entonces, una cifra soñada-, un set de seis de las fotografías de Orlando Lagos, con el compromiso de no revelar su nombre hasta el día de su muerte. Pero cuando ésta ocurrió -la tarde del 7 de enero pasado, en el Hogar de Ancianos La Reina, del Consejo Nacional de Protección a la Ancianidad-, los editores neoyorquinos ya se habían olvidado del compromiso, y ni siquiera registraron el deceso en sus columnas.

Lo peor es que tal vez el Chico Lagos no llegó a recibir el dinero pagado por sus crudas instantáneas.La operación con el « NYT»  pudo haberse hecho a través de un intermediario, del cual nunca más se supo. Lagos jamás estuvo disponible para negociar las miles de « exclusivas»  que su posición le permitía tomar día a día.

Fotógrafo personal de Allende durante sus cuatro campañas presidenciales, Orlando Lagos continuó a su lado en La Moneda entre 1970 y 1973, acompañándolo en todas las giras presidenciales, dentro y fuera de Chile. Cuando se realizó la venta al « New York Times» , estaba siendo seguido de cerca por los esbirros de Pinochet, que allanaron su casa tres veces después del golpe y destruyeron todos sus archivos y aparatos fotográficos, en busca de fotos» comprometedoras ».

Con el tiempo, el dramático testimonio gráfico del chileno al interior de La Moneda pasó a ser patrimonio común de la prensa mundial y de la « resistencia» , por sobre el copyright del diario neoyorquino, violado incontables veces en libros, afiches, películas, manifestaciones, discos y periódicos (con copias de copias de copias) sin que se mencionara jamás el nombre del verdadero autor de las fotos.

Tampoco lo hicieron los organizadores del Premio Internacional World Press, otorgado como « La Foto del Año 1973»  a la principal de Orlando Lagos, en que Allende y sus acompañantes (un gap, a la derecha; el médico Danilo Bartulin, al centro, y a su izquierda, el capitán de Carabineros José Muñoz) reflejan en sus rostros la inquietud por la amenaza del inminente bombardeo aéreo que se insinuaba en ese momento.

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LE GÉNÉRAL  DIRECTEUR DE CARABINIERS DU CHILI  JOSÉ MARÍA SEPÚLVEDA GALINDO, LUIS FERNANDO RODRIGUEZ RIQUELME, MEMBRE DE LA GARDE PRÉSIDENTIELLE (GAP), LE PRÉSIDENT SALVADOR ALLENDEET LE DR.  DANILO BARTULIN  MÉDECIN PERSONNEL DU PRÉSIDENT.   PHOTO D'ORLANDO LAGOS


APROVECHADOS

Más allá de las maniobras comerciales, diversas versiones han pretendido atribuir las fotos de Orlando Lagos a otros autores, suponiendo incluso que el ignorado fotógrafo» no era un chileno» . O que las fotos correspondían en realidad a los aprestos defensivos en La Moneda ante el « tancazo»  (julio del 73) y no al 11 de septiembre.

El escritor residente en Canadá, Hermes H. Benítez, en su libro « Las muertes del Presidente Allende»  (Ril Editores, Santiago 2006) asegura en la página 88 de su obra que las últimas fotos del Mandatario que encabezó la Unidad Popular, « fueron hechas»  por un tal « Freddy Alborta» . Y ese nombre existe, curiosamente, y se trata además de un fotógrafo. Pero es el autor comprobado de las también célebres tomas del Che Guevara luego de ser asesinado en una escuelita de La Higuera, en Bolivia, en octubre de 1967.

Frank Manitzas, corresponsal de la cadena norteamericana de televisión CBS en Santiago en1973-74, declaró en su momento que el autor de las fotos al interior de LaMoneda, en la mañana del 11-S, « era un tal 'David', de unos 40 años,canoso y que usaba un fino bigote» . Orlando Lagos ya era canoso en esa época, pero tenía 60 años y según me declaró su hija, Julia Ester, que lo cuidó hasta sus últimos días, « nunca usó bigotes; ni finos ni gruesos».

AL EXTERIOR

El propósito del reportero gráfico era salir cuanto antes del país en aquellos días, y por eso habría negociado rápidamente las fotos, preocupado por su seguridad personal. Según Manitzas, « se embolsó la nada despreciable suma de 12 mildólares» . Pero Orlando Lagos nunca recibió ese dinero, declara Julia Ester; « por el contrario, permaneció en el país pasando grandes penurias económicas, hasta que pudo viajar a Venezuela, recién el año '75, y con un pasaje que le tuvo que comprar un amigo, porque él no tenía un centavo ».

En 1998, el recuerdo del fotógrafo « anónimo»  resucitó en un reportaje de un diario santiaguino, que publicó con grandes letras: « ¿Está vivo 'David'? Periodistas franceses lo buscan en Chile para rendirle homenaje» . Pero Lagos no dio ninguna señal, ni siquiera en pleno Gobierno de la Concertación.

Cuando efectivamente lo homenajeó el Colegio de Periodistas, doce años antes, en 1986, y en plena dictadura, utilizando la tribuna de la Sala América de la Biblioteca Nacional, colmada de periodistas, estudiantes de periodismo y corresponsales extranjeros, el Chico Lagos insinuó la verdad de una tonelada que llevaba encima desde 1973. Nadie -salvo sus más íntimos- reparó en el guiño que contenían sus palabras, cuando expresó textualmente: « Lo más emocionante en mi vida profesional fue el día 11 de septiembre de 1973, cuando estando en La Moneda, el PresidenteSalvador Allende me pidió que abandonara el Palacio de Gobierno, el que fue bombardeado cinco minutos más tarde» .

No podía decir más entonces Orlando Lagos, que había tomado las fotos que harían historia sólo unas horas antes de la despedida de Allende. Ésta consistió en un firme apretón de manos. Tampoco hablaría en público al respecto con posterioridad. Pero su familia más cercana siempre supo que él era el único autor de aquellas fotos para el bronce. En el último período de su vida, el Chico Lagos cayó en las garras del mal de Alzheimer, agudizado desde fines de 2005, y ya nunca más habló de su hazaña.

En esta crónica de LND se reconoce, por primera vez en forma explícita en el periodismo chileno e internacional, la paternidad de Luis Orlando Lagos Vásquez sobre las últimas fotos de Allende con vida, al interior de La Moneda, el 11 de septiembre de 1973. El autor de esta nota estaba al tanto de ello desde 1974, en el exilio, pero nunca antes pudo publicarlo, incluso cuando revelar el secreto ya no dañaría a nadie… salvo, quizás, a los que cobraron los 12 mil dólares a nombre del Chico Lagos. Pero eso tampoco se sabía públicamente hasta hoy, domingo 4 de febrero de 2007.

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PHOTO D'ORLANDO LAGOS, PARU DANS THE NEW YORK TIMES EN 1973


© Foto de don Luis Orlando Lagos, 40 años después... La publico para intentar contar la historia completa, tan poco conocida... A las diez de la mañana, los tanques comienzan a bombardear La Moneda. La foto muestra el ultimo recorrido por La Moneda del presidente Allende, portando un casco y con un arma en mano, mira hacia arriba, señal inequívoca del paso de los aviones. Detrás va su medico Danilo Bartulín, apesadumbrado, mirando hacia el cielo: “Sabíamos que el president no se rndiría”. Detrás del presidente, en el rellano de la puerta semiabierta, vemos al carabinero José muñoz y el final el rostro de uno de los GAP. El hecho que aparezca el carabinero significa que la fotografía fue tomada entre las diez y las diez y media de la mañana, pues a esa hora precisa, la guardia presidencial de carabineros abandona el Palacio. (Allende había leido el discurso final poco antes de las 10 AM) Los dos guardaespaldas que surgen en los costados de la fotografía, mirando también al cielo, eran Felipe y Mauricio, que se cuentan entre los detenidos-desaparecidos. Información tomada del libro “MULTITUDES EN SOMBRAS”, Gonzalo Leiva Quijada, pag 35. Ed, Ochlibros, primera edición, agosto 2008.

LE PHOTOGRAPHE D’ALLENDE


PHOTO D'ORLANDO LAGOS, PARU DANS THE NEW YORK TIMES EN 1973


L’histoire secrète du « Chico »   Lagos, l'auteur des ultimes photos d’Allende

Dans une maison de repos pour personnes âgées - loin de la reconnaissance officielle et à 94 ans - est mort le photographe qui a enregistré les dernières images de l’ex Président le jour du coup d’Etat. Luis Orlando Lagos Vasquez a renoncé à la renommée mondiale qu’il méritait par un pacte secret signé avec « The New York Times » et même lors de ses funérailles le mystère du portraitiste du 11 septembre 1973 n’est pas sorti de l’ombre.

Ce fut un secret si bien gardé, que dans tous les hommages rendus ces derniers jours à feu Luis Orlando Lagos Vasquez (famille, presse, collègues et amis), personne n’a parlé de l’exploit réalisé par ce petit géant de la photographie chilienne, qui a été comparé avec des « classiques mondiaux », tels que les photo-reporters qui étaient présents en Iwo Jima, lors de la chute de Berlin ou pendant la guerre d’Irak.

« Chico » Lagos a fixé –avec une caméra Leica- de l’intérieur le drame qui s’est déclenché dans la Monnaie aux premières heures du 11 septembre 1973. Ainsi il a enregistré pour l’histoire le dernier parcours de Salvador Allende dans les dépendances du palais, entouré des « Gap »(1) et des carabiniers loyaux jusqu’à ce moment, alors que déjà les avions putchistes survolaient le centre de Santiago, en choisissant le trajet qu’allaient suivre plus tard leurs bombes contre le siège du Gouvernement.

Après avoir accompli son devoir professionnel, Orlando Lagos, photographe officiel de la Monnaie depuis 1970 –1,55 mètre de taille-, a réussi à sortir de là avec les filles du Président Allende, Beatriz e Isabel (l’actuelle députée), entre autres, durant une brève trêve accordée par les militaires, qui avançaient avec des tanks et l’infanterie pour bloquer toutes les issues.

Il a caché dans les plis de ses vêtements les plus intimes le rouleau avec les négatifs, base des images que deviendraient célèbres, restant lui dans un anonymat qui a duré des décennies, et qui vient de finir avec cette chronique. Les photos de « Chico » Lagos ont été publiées trois semaines plus tard aux Etats Unis, et ont commencé à faire le tour du monde, avec des copies par milliers sans attribution d’auteur. Le plus souvent comme témoignage du dernier acte politique de Salvador Allende, mais aussi comme exemple de photo-reportage dans des cercles professionels et académiques.

Auteur inconnu.

« The New York Times », considéré par beaucoup comme le plus important journal au monde, a acheté à Santiago, au début d’octobre 1973; pour 12 mille dollars –à cette époque, un montant de rêve-, un set de six photos d’Orlando Lagos, avec l’engagement de ne pas révéler son nom jusqu’au jour de sa mort. Mais lorsque celui-ci est arrivé –l’après midi du 7 janvier dernier, dans la Maison de retraite La Reina, du Conseil National de Protection de la Vieillesse-, les éditeurs new-yorquais avaient déjà oublié leur engagement, et ils n’ont même pas mentionné son décès dans leurs colonnes.

Le pire est que peut-être « Chico » Lagos n’a même pas reçu l’argent pour ses instantanés si saisissants. L’opération avec le « NYT » aurait pu se faire par le biais d’un intermédiaire dont on n’a jamais eu de nouvelles. Lagos n’a jamais été prêt à négocier les milliers de clichés « exclusifs » que sa position lui permettait de prendre chaque jour.

Photographe personnel d’Allende pendant ses quatre campagnes présidentielles, Orlando Lagos a continué à ses côtés à la Monnaie entre 1970 et 1973, l’accompagnant dans toutes ses tournées de Président, à l’intérieur et à l’extérieur du Chili. Lorsque s’est réalisée la vente au « New York Times » il était suivi de près par les sbires de Pinochet, qui ont fouillé sa maison trois fois après le coup d’Etat et détruit toutes ses archives ainsi que les appareils, à la recherche de photos « compromettantes ».

Avec le temps, le dramatique témoignage graphique du chilien à l’intérieur de la Monnaie s’est converti en un patrimoine commun de la presse mondiale et de la « résistance », par-dessus le copyright du journal new-yorquais, violé de nombreuses fois dans des livres, affiches, films, manifestations, disques et journaux (avec des copies de copies) sans que ne soit jamais mentionné le nom du véritable auteur des photos.

Les organisateurs du Prix International World Press ne l’ont pas fait non plus, en l’octroyant au titre de «  La Photo de l’Année 1973 » à la principale photo d’Orlando Lagos sur laquelle se reflète dans les visages d’Allende et de ses accompagnateurs (un gap, à droite, le médecin Danilo Bartulin, au centre, et à sa gauche le capitaine des Carabiniers José Muñoz) l’inquiétude face à la menace de l’imminent bombardement aérien qui s’insinuait à cet instant.

Profiteurs

Au-delà des manoeuvres commerciales, diverses thèses ont prétendu attribuer les photos d’Orlando Lagos à d’autres auteurs, en supposant même que le photographe inconnu « n’était pas un chilien ». Ou que les photos correspondaient en réalité aux préparatifs de défense du Palais de la Moneda devant le « tancazo »(2) (juin 1973) et non au 11 septembre.

L’écrivain résidant au Canada, Hermes H. Benitez, dans son livre « Les morts du Président Allende » (Ril Editores, Santiago 2006) assure à la page 88 de son oeuvre que les dernières photos du Président qui a dirigé l’Unité Populaire, « ont été faites » par un dénommé « Freddy Alborta ». Et ce nom existe, curieusement, et il s’agit en plus d’un photographe. Mais c’est l’auteur vérifié des tout aussi célèbres photos de Che Guevara après son assassinat dans une école de la Higuera, en Bolivie, en octobre 1967.

Frank Manitzas, correspondant de la chaîne nord-américaine de télévision CBS à Santiago en 1973-74, a déclaré à cette époque que l’auteur des photos à l’intérieur de la Monnaie, dans la matinée du 11 septembre, « était un dénommé ‘David’, d’environ 40 ans, aux cheveux blancs et qui portait une fine moustache ». Orlando Lagos avait déjà les cheveux blancs à l’époque, mais il avait 60 ans et selon ce que m’a déclaré sa fille, Julia Ester, qui l’a soigné jusqu’aux derniers jours, « il n’a jamais eu de moustache ni fine ni épaisse ».

A l’extérieur

L’intention du photo-reporter était de quitter le pays au plus tôt à cette époque-là, et c’est pour cela qu’il aurait négocié rapidement les photos, inquiet pour sa sécurité personnelle. D’après Manitzas, « il s’est empoché la non négligeable somme de 12 mille dollars ». Mais Orlando Lagos n’a jamais reçu cet argent, déclare Julia Ester, « au contraire il est resté au pays en affrontant de grandes difficultés économiques jusqu’à ce qu’il pût voyager au Venezuela, seulement en 1975, et avec le billet qu’a dû lui acheter un ami, car il n’avait pas d’argent ».

En 1988, le souvenir du photographe « anonyme » est ressuscité dans un reportage d’un quotidien de Santiago, qui a publié en grand titre : « David est-il vivant ? Des journalistes français le recherchent au Chili pour lui rendre hommage. » Mais Lagos n’a donné aucun signe, même pas en plein Gouvernement de la Concertation.

Lorsqu’effectivement le Collège des Journalistes lui a rendu hommage, douze ans auparavant, en 1986, et en pleine dictature, utilisant la tribune de la Salle Amérique de la Bibliothèque Nationale, remplie de journalistes, d’étudiants en journalisme et de correspondants étrangers, « Chico » Lagos a insinué la vérité sur le poids énorme qu’il portait depuis 1973. Personne – sauf les plus intimes – n’a fait attention au clin d’oeil que contenaient ses paroles lorsqu’il a dit textuellement : « Le plus émouvant dans ma vie professionnelle fut le 11 septembre 1973, lorsqu’étant à la Monnaie, le Président Salvador Allende m’a demandé d’abandonner le Palais du Gouvernement, qui fut bombardé cinq minutes plus tard. »

Orlando Lagos ne pouvait en dire plus alors, lui qui avait pris les photos qui allaient devenir historiques seulement quelques heures avant les adieux d’Allende. Ceux-ci ont consisté en une ferme poignée de main. Il ne parlerait pas non plus en public sur ce sujet postérieurement. Mais sa famille la plus proche a toujours su qu’il était l’unique auteur de ces photos mémorables. Dans l’ultime période de sa vie, « Chico » Lagos est tombé dans les griffes de la maladie d’Alzheimer, aggravée depuis la fin 2005, et n’a plus jamais parlé de son exploit.

Dans cette chronique de La Nación du dimanche, on reconnaît pour la première fois de manière explicite dans le journalisme chilien et international, qu'Orlando Lagos Vasquez est le père des dernières photos d’Allende vivant, à l’intérieur de la Monnaie, le 11 septembre 1973. L’auteur de cette note, en exil, le savait depuis 1974, mais jamais auparavant il n’avait pu le publier, même lorsque révéler le secret n’aurait nui à personne... sauf, peut-être, à ceux qui avaient touché les 12 mille dollars au nom de « Chico » Lagos. Mais ceci n’était pas du domaine public jusqu’à aujourd’hui, dimanche 4 février 2007.

Il a refusé une maison

« Chico » Lagos fut le photographe personnel d’Allende pendant ses quatre campagnes présidentielles. Lorsque tous les deux sont arrivés à la Monnaie, en 1970, le Président a voulu lui offrir une maison. Mais le photo-reporter l’a refusée, indigné. Le plus qu’a obtenu le Président est qu’il accepte l’installation d’un téléphone dans son domicile de la rue Lord Cochranne. « Je suis fatigué de t’envoyer chercher en taxi chaque fois que j’ai besoin de toi », s’est justifié le Président. Le 11 septembre 1973, Orlando Lagos est arrivé à pied jusqu’au siège du Gouvernement. 


Paru dans La Nación Domingo/Camilo Taufic

Traduction : Nadine BRIATTE, J.C. Cartagena
Notes du traducteur

(1) Les GAP (Grupo de Amigos Personales) sont des militants qui forment la garde personnelle de Salvador Allende.


(2) Soulèvement militaire du colonel Souper en juin 1973. Appelé Tancazo ou Tanquetazo, a été un coup d'Etat effectué contre le gouvernement de l' Unidad Popular du président Salvador Allende, au Chili. Il a eu lieu le 29 juin 1973. Le nom de « Tancazo » vient du fait que les rebelles ont massivement utilisés des tanks et autres véhicules de combats lourds. La résistance a été efectuée par les soldats du régime constitutionnel et par le Commandant en Chef de l'Armée Carlos Prats


LE DERNIER JOUR DE SALVADOR ALLENDE



Surprise, incrédulité, peur, consternation, c’est ce qu’on devine sur ces visages, celui de Salvador Allende et des quelques fidèles qui l’entourent. Le dernier cliché du président chilien est un document saisissant.

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UWE A. OSTER, HISTORIEN
ET PHILOLOGUE ALLEMAND 
La quadrature du cercle

Arrivé au pouvoir en 1970, Salvador Allende nourrit d’immenses espoirs. Soutenu par l’Unidad Popular, une coalition de partis de gauche et chrétiens-démocrates, le président élu va pouvoir enfin s’attaquer à l’injustice sociale au Chili et barrer la route aux grandes sociétés étrangères dont les capitaux contrôlent le pays. Mais rapidement, la coalition se délite. Allende, qui se dit lui-même marxiste, est aussi un homme pragmatique : il sait que la très courte majorité dont il dispose ne lui donne que peu de latitude. En réalité, l’exercice est impossible, c’est déjà la quadrature du cercle : l’économie chilienne est frappée de plein fouet par un embargo lancé par les Etats-Unis à la suite de la nationalisation des mines de cuivre. Le retrait des chrétiens-démocrates du gouvernement en 1972 radicalise la politique intérieure. Les combats de rue, les attentats des extrémistes de droite de Patria y Libertad se multiplient. La réforme agraire a ligué contre lui non seulement les grands propriétaires terriens, mais aussi bon nombre de petits paysans. Le 22 août 1973, le Congrès lui retire sa confiance. Le référendum annoncé à la suite de ce coup d’éclat restera lettre morte : le 11 septembre, la junte militaire donne l’assaut sur la Moneda, le palais présidentiel.

L’étau se resserre autour d’Allende

L’intervention de l’armée est minutieusement planifiée. Tandis que l’aviation bombarde la Moneda, des troupes au sol resserrent l’étau autour d’Allende. Encore entouré d’une poignée de fidèles, le président est pris au piège dans son palais. La junte lui lance un ultimatum. Il le rejette, alors qu’il sait que cela signe son arrêt de mort. Dans une dernière allocation radiodiffusée, Allende s’adresse au peuple chilien. Ce message ne sera entendu que par un petit nombre, car la plupart des médias sont déjà passés aux mains des insurgés. L’appel se termine par ces paroles pathétiques : «Vive le Chili, vive le peuple, vivent les travailleurs ! Ce sont mes dernières paroles, j'ai la certitude que le sacrifice ne sera pas vain et qu'au moins, ce sera une punition morale pour la lâcheté et la trahison.»

La trahison de Pinochet

La junte aurait-elle laissé le président prendre la fuite s’il avait abdiqué ? Il est permis d’en douter : Allende, avaient dit les militaires, doit être «écrasé comme un cancrelat». Le charismatique président, dans les dernières heures qui lui restent à vivre, aura été particulièrement déçu par un homme, Augusto Pinochet, qu’il vient de nommer, trois semaines plus tôt, commandant en chef des armées et qui désormais, après quelques hésitations, s’est rallié aux insurgés, devenant même leur chef de file. Le matin du coup d’Etat, Allende a encore tenté de l’appeler au téléphone, pensant, à tort, qu’il soutenait encore le gouvernement.


Salvador Allende doit prendre conscience de l’impasse dans laquelle il se trouve au moment où est pris le cliché : entouré de quelques fidèles, il sort devant La Moneda, quelques instants avant que l’aviation ne commence à bombarder les bâtiments. Coiffé d’un casque lourd - image insolite avec sa chemise blanche et son veston -, il tient à la main une kalachnikov. Allende est accompagné par son médecin Danilo Bartulín (à droite) et le commandant en chef des «Carabineros» José Muñoz (au fond à gauche). Quelques minutes plus tard, Salvador Allende se donne la mort avec l’arme que lui a offerte Fidel Castro.





Photo de presse de l’année 1973

La Fondation mondiale de la photo de presse a élu ce cliché «photo de presse de l’année». Marvin Howe, correspondant du New York Times en Amérique latine, a déclaré qu’il avait acheté la photo à un intermédiaire début octobre pour la somme de 12.000 dollars. Le photographe a préféré conserver l’anonymat pour ne pas mettre en danger sa vie et celle de sa famille. Publiée seulement trois semaines après le putsch, la photo fera vite le tour du monde. La version de Howe est bientôt contestée, certains prétendent que la photo n’aurait rien à voir avec le coup d’Etat de septembre 1973, qu’elle aurait été prise lors d’une précédente tentative de putsch avortée.

A tort. On le sait aujourd’hui : la photo a été prise par Luis Orlando Lagos Vázquez, depuis 1970 photographe officiel du palais présidentiel et des campagnes électorales d’Allende. Après voir pris ce fameux cliché, Lagos Vázquez a réussi à s’enfuir du bâtiment avec les filles d’Allende Beatriz et Isabel. Pendant des dizaines d’années, « El Chico Lagos » est resté muet ; ce n’est qu’après sa mort à l’âge de 94 ans que le quotidien chilien « La Nación » a levé le secret, le 5 février 2007. Pour cet instantané diffusé par milliers d’exemplaires, Lagos Vázquez n’aura pas touché un centime ! Ce qu’on ignore encore aujourd’hui, c’est l’identité de l’intermédiaire par qui Marvin Howe s’est procuré le cliché.

Uwe A. Oster

RAYMOND ARON, «LA TRAGÉDIE CHILIENNE»

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RAYMOND ARON, PHILOSOPHE, SOCIOLOGUE, POLITOLOGUE, JOURNALISTE ET ÉDITORIALISTE AU QUOTIDIEN DE DROITE LE FIGARO. PHOTO SERGE HAMBOURG.

 
«La vie et la mort du président Allende forcent également le respect. Jusqu'au bout fidèle à son serment constitutionnel, il n'a ni renoncé à son projet socialiste ni supprimé les libertés publiques. C'est l'armée finalement, et non la coalition de gauche, qui a proclamé l'état de siège et suspendu le fonctionnement d'une démocratie longtemps donnée en exemple aux pays d'Amérique latine. Si la qualité des âmes pouvait suppléer à la qualité des idées, si un chef d'Etat n'était comptable que de ses intentions, l'histoire du Chili s'écrirait en noir et blanc : les démons en armes abattent la vertu du pouvoir.

Il suffit de se reporter aux dépêches qu'envoyaient depuis plusieurs semaines tous les correspondants de presse pour se convaincre que le coup d'Etat attriste plus qu'il ne surprend. Des deux côtés, on se préparait à l'épreuve de force ; des deux côtés, on s'organisait pour un combat que l'opinion prévoyait et redoutait tout à la fois. Inflation galopante, pénurie des produits de première nécessité, rationnement, marché noir, queues devant les magasins, épuisement des réserves de change : tel se présentait aux ménagères des villes le bilan économique du socialisme à la chilienne.


Je ne déteste rien tant que les coups d'Etat militaires, même ceux que les circonstances et l'art permettent de dissimuler sous des apparences légales. Mais, en septembre 1973, ce que le commentateur ne peut ni ne doit oublier c'est que l'armée chilienne passait pour respectueuse des institutions, qu'elle le fut effectivement au cours des deux premières années du régime d'unité populaire, qu'elle sauva même le président Allende quand plusieurs chefs militaires acceptèrent d'entrer au gouvernement. L'armée ne rompit finalement avec sa tradition et ses principes qu'à un moment où l'échec du président Allende était consommé. Elle n'intervint pas pour arrêter les progrès du socialisme - le président, face aux passions déchaînées et à une économie dégradée, ne songeait plus qu'à durer - mais pour prévenir une guerre civile.» (Raymond Aron, «La tragédie chilienne», Le Figaro, 14 septembre 1973.)

LE RÊVE BRISÉ DE SALVADOR ALLENDE

L’analyse de toute la trajectoire de Salvador Allende, et en particulier de ses positions au cours de la période agitée de l’Unité populaire, permet d’interpréter de manière adéquate le terme de sa vie. Son suicide, le 11 septembre 1973, dans le palais présidentiel de la Moneda, ne fut ni un acte désespéré ni un acte romantique cherchant à forcer une entrée héroïque dans l’Histoire. Ce geste prolonge la vie d’un réaliste, un grand homme politique en réalité.
TOMÁS MOULIAN, SOCIOLOGUE, UNIVERSITÉ  DES ARTS
ET DES SCIENCES SOCIALES (ARCIS), 
 SANTIAGO DU CHILI.

Au sein d’une gauche chilienne se réclamant depuis longtemps du marxisme et d’un Parti socialiste qui, dans les années 1960, dérivait vers le «maximalisme», Salvador Allende a représenté un type particulier de révolutionnaire. Il avait mis ses espoirs dans les urnes et croyait à la possibilité d’instaurer le socialisme à l’intérieur même du système politique.

Allende n’a rien d’un tribun révolutionnaire friand de rhétorique. C’est un homme politique forgé dans les luttes quotidiennes. Il vise à conquérir des espaces pour une politique populaire, au sein d’un système démocratique représentatif dans lequel les politiques d’alliance favorisant la gauche sont réalisables. Mais jamais il n’abandonne la critique du capitalisme et le désir de socialisme. C’est la grande différence entre ses positions et celles de l’actuel Parti socialiste chilien, membre de la Concertation démocratique au pouvoir depuis la fin de la dictature. Pour Allende, être réaliste ne signifie pas nier l’avenir en se contentant d’une politique «pragmatique».


LE DOCTEUR SALVADOR ALLENDE, JEUNE
MINISTRE DE LA SANTÉ CHILIEN EN 1938
Sa vision se forge dans la période des coalitions de centre gauche (1938-1947), particulièrement dans le gouvernement de Pedro Aguirre Cerda, dont il est le ministre de la santé. Il découvre alors ce qui va devenir, à partir de 1952, le centre de sa stratégie : la recherche de l’unité entre les deux grands partis populaires, le Parti socialiste et le Parti communiste. Les rivalités entre ces deux forces ont jusque-là affaibli la coalition gouvernante et limité ses réformes en favorisant les possibilités de manœuvre de l’allié centriste, le Parti radical, qui fait pencher la balance. Ces gouvernements sont les exécutants d’un programme démocratique bourgeois ou, autrement dit, d’une modernisation capitaliste accompagnée d’une législation sociale et d’un rôle d’arbitre de l’Etat, qu’Allende, contrairement à d’autres dirigeants socialistes, ne remet jamais en cause.

Pour réaliser cette politique d’unité entre socialistes et communistes, Allende se voit obligé en 1952 à un geste paradoxal : briser son propre parti. Son obsession est alors la recherche d’un chemin latino-américain vers la révolution, principalement inspiré par l’idée de «troisième voie» de Victor Raúl Haya de la Torre et des «apristes» (1), mais dont la matérialisation à ce moment est incarnée par Juan Domingo Perón et le «justicialisme» argentin. Allende s’oppose à cette dérive vers le populisme. Il se retire du Parti socialiste pour organiser le Front de la patrie avec les communistes, encore dans la clandestinité. De là surgit sa première candidature à la présidence, en 1952.

Ce geste en fait le leader de l’unité avec les communistes et le porte-parole du premier embryon, encore imprécis dans sa formulation théorique, de la politique de conquête électorale du gouvernement par une coalition révolutionnaire. Cette stratégie se met en marche avant le 20e congrès du Parti communiste d’Union soviétique (PCUS), mais il s’agit bien là d’une prolongation des thèses des fronts de libération nationale défendues par les partis communistes dans presque toute l’Amérique latine.

Plaçant Allende tout près de la victoire, les résultats des élections de 1958 le posent en dirigeant des années 1960, une époque durant laquelle la ligne de la transition institutionnelle vers le socialisme, appelée aussi voie pacifique, ou non militaire, s’oppose à la thèse de la prise du pouvoir par la lutte armée, vers la «destruction de l’Etat bourgeois», qui avait montré son efficacité à Cuba.

Plus proche des communistes que de son propre parti, Salvador Allende ne se laisse pas entraîner dans le virage vers la gauche pris par les socialistes chiliens après l’échec de la campagne présidentielle de 1964. De nombreux hommes politiques de ce parti s’empressent alors de décréter la fin de l’option électorale et annoncent la nécessité d’un changement de stratégie sans se donner la peine d’étudier les spécificités du cas chilien, avec sa complexe structure de classes, son système de partis et sa longue et constante tradition démocratique.

Allende se maintient en marge de ce tourbillon. Sans jamais cesser d’apprécier et de soutenir Cuba, il continue de croire, presque en solitaire parmi les socialistes, qu’il est possible de triompher à l’élection présidentielle et, à partir de là, de promouvoir une transition institutionnelle vers le socialisme. Cette attitude lui vaut d’être la cible de nombreuses critiques.

Tomás Moulian.

(1) Fondateur, en 1924, de l’Alliance populaire révolutionnaire américaine (APRA), Victor Raúl Haya de la Torre galvanise les masses indiennes et les intellectuels péruviens par un programme nationaliste et, dans un premier temps, teinté de marxisme.

ALLENDE TEXTES & PRÉTEXTES



« LE NOM TROUVÉ » PAR EDUARDO GALEANO.

Dans la sierra mexicaine de Nayarit, se trouvait une communauté qui n'avait pas de nom. Cette communauté d'Indiens huichols se cherchait un nom depuis des siècles. Carlos Gonzalez l'a trouvé par hasard.

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Eduardo Galeano
Cet Indien huichol était venu à la ville de Tepic pour acheter des semences et rendre visite à des parents. En traversant une décharge d'ordures, il ramassa un livre, jeté là. Il y avait bien des années que Carlos avait appris à lire dans la langue de Castille et, tant bien que mal, il y arrivait. Assis à l'ombre d'un avant-toit, il a commencé à déchiffrer les premières pages. Le livre parlait d'un pays bizarre que Carlos était incapable de situer mais qui ne devait pas être très loin du Mexique et il racontait une histoire récente.

Sur le chemin du retour, en montant la côte, Carlos a continué à lire. Il ne pouvait pas se détacher de cette histoire d'horreur et de bravoure. Le personnage central du livre était un homme qui avait tenu sa parole. En arrivant au village, Carlos a annoncé, euphorique

- Ça y est ! Nous avons enfin un nom !

Et il a lu le livre à haute voix pour tout le monde. La difficile lecture a duré presque une semaine. Ensuite les cent cinquante familles ont voté. Toutes ont dit oui. Le baptême s'est terminé par des chants et des danses.

Maintenant, ils savent comment s'appeler. La communauté porte le nom d'un homme digne qui n'a pas hésité, à l'heure où il lui a fallu choisir entre la trahison et la mort.

- Je vais à Salvador Allende, disent maintenant les passants.


Eduardo Galeano.
Mémoire du Feu Tome 3
Le Siècle du vent Plon, Paris 1993, page 360
ISBN : 2-259-19214-9
EAN : 9782259192149

EL NOMBRE ENCONTRADO


En la sierra mexicana de Nayarit, había una comunidad que no tenía nombre. Desde hacía siglos, esa comunidad de indios huicholes andaba buscando uno. Carlos González, uno de ellos lo encontró de pura casualidad.

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EDUARDO GALEANO PHOTO EDUARDO LEÓN
Este indio huichol había ido a la ciudad de Tepic para comprar semillas y visitar parientes. Al atravesar un basural, recogió un libro tirado entre los desperdicios.

Sentado a la sombra de un alero, empezó a descifrar páginas. El libro hablaba de un país de nombre raro, que Carlos no sabía ubicar, pero que debía estar bien lejos de México, y contaba una historia de hace pocos años.

En el camino de regreso, caminando sierra arriba, Carlos siguió leyendo. No podía desprenderse de esta historia de horror y de bravura. El personaje central del libro era un hombre que había sabido cumplir su palabra.

Al llegar a la aldea, Carlos anunció, eufórico: ¡por fin tenemos nombre! Y leyó el libro, en voz alta, para todos. La tropezada lectura le ocupó casi una semana. Después, las ciento cincuenta familias votaron. Todas por sí. Con bailares y cantares se selló el bautizo.

Ahora tienen como llamarse. Esta comunidad lleva el nombre de un hombre digno que no dudó a la hora de elegir entre la traición y la muerte.

« Voy para Salvador Allende  », dicen ahora los caminantes.
Memorias del fuego (III), El siglo del Viento

KOEN WESSING « CHILI SEPTEMBER 1973 ».


Amsterdam, De Bezige Bij, 1973, 274x199mm, 48 pages, agrafé, couverture imprimée.Illustré de 24 photographies dont 18 double page, imprimées en héliogravure.
Le reportage couvre la prise de pouvoir militaire du Chili et la chute et l’assassinat du président démocratiquement élu Salvador Allende; sans légendes les images rendent suffisamment compte de la violence de l’action militaire contre le peuple chilien. Il s’agit d’un épisode honteux de l’histoire moderne, le dictateur Pinochet ayant bénéficié de l’appui direct des Etats-Unis par l’intermédiaire de la CIA.  PBC page 117; Parr & Badger I, 229

ALLENDE ET L'EXPÉRIENCE CHILIENNE


Salvador Allende Gossens, Joan E. Garcés Allende et l'expérience chilienne
La construction du socialisme au Chili posait des
JOAN E. GARCÉS 
problèmes particuliers. Si, dans ce pays, les institutions, les pratiques, les valeurs démocratiques étaient vivantes et profondément enracinées, l'économie était étroitement dépendante du système capitaliste international. La conquête du pouvoir par les organisations de travailleurs s'est heurtée à des obstacles et a provoqué des réactions qui ont finalement entraîné la fin tragique de l'expérience.



Nul ne peut parfaitement comprendre cette expérience historique sans en connaître tous les éléments : Joan Garcés les présente avec l'autorité et la compétence d'un chercheur qui fut conseiller politique et collaborateur de Salvador Allende. Son ouvrage sera apprécié de tous ceux qui, au-delà de l'émotion provoquée par les événements du Chili, sont préoccupés par le « passage au socialisme ».

COUVERTURE DU LIVRE DE JOAN E. GARCÉS 

« ALLENDE ET L'EXPÉRIENCE CHILIENNE »


Les choix tactiques que le gouvernement de l'Unité populaire a été amené à faire, ainsi que la stratégie contre-révolutionnaire qui a soumis le peuple chilien à la dictature militaire, ne peuvent pas laisser indifférents les mouvements socialistes, notamment ceux de l'Europe occidentale.


Langue français
ISBN-10 2-7246-0371-0
ISBN-13 978-2-7246-0371-2
Année de publication janvier 1976
Prix recommandé 13,72 €

SALVADOR ALLENDE : SORTIE DE CRISE

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Témoignage de Juan GARCES - ancien conseiller personnel de S. ALLENDE - sur la volonté du Président de sortir de façon constitutionnelle de la crise économique et politique... 08/09/1983 - 03min47s

L'INVESTITURE DE SALVADOR ALLENDE


Salvador Allende Extrait vidéo VO du film de Patricio Guzmán